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FURBY, LA HISTORIA DEL JUGUETE MÁS INQUIETANTE DE TODOS LOS TIEMPOS

Publicado por: Redactora Afede En: Juguetes Clásicos El: Comentario: 0 Visto: 8012

FURBY, LA HISTORIA DEL JUGUETE MÁS INQUIETANTE DE TODOS LOS TIEMPOS

Con su parecido a los Gremlins, aunque sus creadores dijeron que estaba más inspirado en un hámster o un búho, Furby fue uno de los juguetes estrella para los niños de los noventa, con más de 40 millones de unidades vendidas en los primeros tres años, a nivel mundial.

Hoy te contamos la historia de este famoso juguete interactivo.

El origen de Furby

En otoño de 1998, un nuevo juguete apareció en escena. Estoy hablando de Furby, una colorida criatura que parloteaba sin sentido y que se convirtió en un fenómeno.

Con orejas que se movían de manera realista, expresivos ojos icónicos e incluso su propio idioma llamado Furbish, Furby no era simplemente un juguete, sino una personalidad que parecía estar viva. La novedad estaba en su software interactivo, con una programación básica que simulaba aprender a comunicarse con nosotros.

Fue fabricado por Tiger Electronics, subsidiaria de Hasbro y su precio inicial fue de 30 dólares. A pesar de este coste elevado para el momento, sus ventas se dispararon y mucha gente tuvo que aguardar horas de filas a las puertas de las tiendas para poder conseguir un Furby.


A finales de los años noventa, la industria juguetera se encontraba en una edad dorada. Un juguete nacido en Japón, completamente electrónico y portátil era el absoluto protagonista, el Tamagotchi.

El pequeño ser del espacio al que había que cuidar barrió en las jugueterías de medio mundo, convirtiéndose en un fenómeno y dándole a Bandai, el fabricante, un empujón sin igual a nivel internacional. La obsesión por este pequeño ser de pixel y plástico fue tal, que pronto se convirtió en un problema en las escuelas, provocando absentismo escolar para cubrir sus necesidades de limpieza, comida o sueño.

¿Cómo competir contra esto? Dave Hampton  y Caleb Chung, expertos en electrónica,  tuvieron una pequeña idea que, a la postre, revolucionaría la historia. Su premisa era simple: diseñar un juguete que aprovechase los avances existentes en la electrónica, que intercambiara impresiones con el usuario y que además, fuese adorable.

Tras nueve meses recogiendo información y probando los más variados diseños, Hampton y Chung se vieron en un pequeño problema. Sí, la idea era buena, pero ¿quién sería capaz de lanzarse a fabricar un juguete así?

Sus diseñadores e inventores invirtieron otros nueve meses en diseñar el juguete con piezas de plástico y trozos de tela y, con él, acudieron a Richard C. Levy, considerado como “el Steve Jobs de los juguetes". 


A lo largo de su carrera como inventor y diseñador de juguetes, Levy había ideado más de 200 juegos y muñecos diferentes, en parte gracias a su talento innato y su formación en el Emerson College de Boston y sus pinitos en el MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts), en el que pasó incontables horas diseñando videojuegos.

El reputado inventor se quedó absolutamente maravillado de lo que esta pareja de emprendedores habían desarrollado por su cuenta. Furby era un juguete con muchísimo potencial y había que buscar una empresa capaz de fabricarlo. 

Levy decidió llevar el prototipo a Tiger Electronics y según se dice, fue amor a primera vista: Roger Shiffman, uno de los fundadores de Tiger y uno de los ejecutivos más importantes del mundo del juguete y la electrónica, cayó rendido y compró los derechos. El Furby había nacido y encontrado un hogar. Presentándose en la Toy Fair de Nueva York del 1998, el Furby ya era una realidad.

El éxito de Furby

El juguete se transformó en un artículo de consumo completamente amado y venerado. Lanzado durante la campaña de Navidad en 1998, Furby llegó a vender más de 1,8 millones de unidades, siendo uno de los juguetes más vendidos de la historia en su lanzamiento.

Furby se convirtió durante más de tres años en el juguete más vendido del planeta. De 1998 al año 2000, si no tenías un Furby, no estabas a la moda. 

Pero ¿cuál fue la clave de su éxito? la respuesta es Dave Hampton.

Hampton terminó sus estudios en el instituto y se enteró de que la mejor escuela de electrónica del mundo se encontraba dentro la Armada, por ello, se alistó para poder aprender electrónica avanzada. Estuvo viajando durante décadas por todo el mundo, aprendiendo japonés, tailandés, chino y hebreo. Tras salir, consiguió varios trabajos en Silicon Valley, algunos de los cuales consistían en desarrollar juguetes; de hecho, estuvo en Mattel, donde conoció a Caleb Chung.

Por su parte, Chung no había cursado estudios oficiales en electrónica, pero, como él dice, recibió una educación sin límites a la hora de imaginar. Estaba claro que estos dos tipos estaban destinados a unirse para crear algo genial.


La capacidad de crear algo nuevo de Hampton estaba fuera de toda duda y viendo cómo estaba evolucionando la electrónica en el mundo del entretenimiento, pensaba que quedaba lugar para algo más. Y lo encontró en la Feria de Juguetes de Nueva York en 1997, el Tamagotchi.

Tamagotchi estaba bien, sí, pero tenía un problema: no se podía acariciar.

Hampton decidió volver a su casa y diseñar la mascota electrónica definitiva. "Dibujé cómo sería físicamente y decidí que si había algo que tenían en común las mascotas era que todas eran bolas de pelo. Y trabajé en el concepto de Furball (bola de pelo)"


Armado con una placa electrónica en crudo y grabándose a él mismo hablando, diseñó un lenguaje exótico, el Furbish, que no era más que una mezcla de todos los idiomas que fue aprendiendo durante su juventud para parecer un lenguaje casi extraterrestre. 

Hampton lo programó para que ese lenguaje de sílabas cortas y palabras muy simples fuese convirtiéndose en inglés con el paso del tiempo y la interacción del niño con el juguete. La idea era fantástica: de esta forma creías que el Furby se estaba adaptando a ti, y que aprendía tu idioma tras estar varios días o semanas jugando contigo. Furby acabó hablando más de 24 idiomas distintos, y siendo un éxito allá dónde se ponía a la venta.

El Furby original era capaz de abrir y cerrar los ojos, mover la boca o incluso expresar emociones con sus párpados y orejas. La ingeniería detrás de cada juguete, que se vendía a 35 dólares, era compleja.  La revista Wired le dedicó un reportaje especial señalándolo como “el juguete más complejo jamás creado”.

Aprovechándose del éxito del juguete, algunos hicieron su agosto ante los pobres padres que buscaban un Furby: hasta 400 dólares se llegaron a pagar por un muñeco que se había vuelto un fenómeno cultural. 

Debido a la cantidad de diseños que se comenzaron a vender, con distintos pelajes y colores, los coleccionistas pronto empezaron a detectar unidades especiales, más raras o con una distribución más limitada.

Un juguete ¿o algo más?

Pese a todo lo dicho, los Furbys tenían algunas funciones peculiares que fueron vistas como un peligro en ciertos espacios. Por ejemplo, corrió el rumor de que podían repetir todo lo que escuchaban. El asunto no tardó en hacerse más fuerte con las anécdotas que contaban algunos consumidores, que empezaron a ver con otros ojos al juguete.

El que seguramente fue el escándalo más sonado sobre los Furbys involucró a la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA, por sus siglas en inglés). Resulta que varios trabajadores de esta entidad llevaban a la oficina los muñecos, hecho que alarmó a los directivos, pues creyeron que el juguete, con micrófono integrado, podría reproducir conversaciones confidenciales.

Fue tanto el eco que alcanzó esa noticia que Tiger Electronics se vio en la necesidad de hacer un comunicado oficial donde aclaraba que los Furbys, pese a su capacidad de emitir ciertas frases, no tenían la posibilidad de realizar las actividades de las que se les acusaba.


Tras ese rumor, surgieron otras leyendas. Una de las más difundidas decía que estos animatrónicos peludos, sobre todo, decían groserías, viéndolo como una amenaza para la correcta educación de los más pequeños.

Algunas leyendas urbanas fueron un poco más lejos, algunas aseguraban que, aun cuando apagaban a sus Furbys, estos se encendían solos y decían frases inquietantes.

Por si fuera poco, el parecido que estos juguetes guardan con las criaturas de la película “Gremlins” tampoco resultó alentador para los detractores.

Los Simpsons hicieron un homenaje a toda esta situación de espionaje e histeria colectiva en su episodio Grift of the Magi (El timo de los Reyes Magos, en España). Los Funzo son una clara parodia a Furby, con sus distintos colores y sus frases.

McDonalds comercializó en sus menús Happy Meal una colección exclusiva de Furby que también gozó de un gran éxito y hoy son codiciados por algunos coleccionistas.


Generaciones de Furbys

Tras la compra de Tiger Electronics por parte de Hasbro, el juguete llegó a un espectro mucho mayor de lo que estaba previsto.

A lo largo de los años, Furby ha evolucionado a nuevas generaciones que, en algunos casos, han tenido cierto éxito. Pero ningún Furby de tercera o cuarta generación ha llegado a la trascendencia de los originales.

En agosto de 1999, apareció una nueva línea: Furby baby. Eran muñecos más pequeños que el original, no podían mover sus pies y “aprendían” el idioma con mayor facilidad.

En octubre de 2004 apareció la segunda generación de Furbys, precedida por una campaña publicitaria. Con el nuevo Furby se regalaba un DVD con una película de animación y un certificado de nacimiento del Furby.

En 2012, Hasbro anunció la comercialización de Furby Boom, cuya principal novedad eran sus ojos formados por paneles LCD capaces de mostrar símbolos, una nueva conectividad, una mejora en los movimientos y la imposibilidad de apagarlo o resetearlo, pues guarda su personalidad en su memoria.

Furby Boom va acompañado de una aplicación gratuita. A través de ella, puedes hacerlo bailar, comer y traducir el idioma furbish. 

Al año siguiente, se lanzó la línea Furby Crystal, que era parte de Furby Boom, pero con nuevos colores y nuevas personalidades incluidas, además de que sus ojos, patas y orejas parecen de diamante.

En 2016, llega Furby Connect, con una antena que mejora la capacidad de comunicación entre otros Furbys de su generación.


¡Furby ha vuelto!

Con motivo del 25 aniversario de lanzamiento de Furby, Hasbro trae de vuelta a este icónico juguete con una versión renovada.

“Para el 25 aniversario de la marca, queríamos despertar la misma emoción en esta nueva generación Alpha aprovechando la nostalgia que evoca Furby y ofreciendo a la nueva generación todo lo que desea”, ha afirmado Kristin McKay, vicepresidenta y directora general de moda y preescolar de Hasbro.


El nuevo Furby, que llegó a las tiendas el pasado mes de julio, mantiene características clásicas, como la capacidad de aprender o de hablar. Sin embargo, añade otras nuevas como la posibilidad de activar cinco modos diferentes en el muñeco con tan solo decir un simple comando: si el niño dice en voz alta “a bailar”, Furby bailará, y si dice “imitar”, comenzará a imitar las palabras que escuche.

Además, Furby responde a abrazos, palmaditas, cosquillas en la barriga, si lo sacudes o lo alimentas con su abalorio en forma de pizza. Los niños pueden cuidar de Furby dándole de comer, peinando su cresta de pelo y vistiéndolo con sus accesorios incluidos como clips de pelo, collar y peine. A medida que jueguen con Furby, desbloquearán aún más niveles de diversión.

Aunque, desde su nacimiento, se han creado Furbys de mil colores diferentes, esta nueva versión 2023 está disponible sólo en violeta y coral.

¿Puede que estemos ante el juguete estrella de estas próximas navidades?




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